Muerto el perro se acabó la rabia. Y el gato no está.

Hay cosas que van unidas: Las transferencias de dinero del Estado a obras públicas, a empresas públicas, a subsidios, a fondos fiduciarios, son corrupción y gasto improductivo. Perjudicial para el Estado y por ende para los ciudadanos que lo sostenemos con impuestos. Todo para beneficio de un grupúsculo de los vivos de siempre. En un sistema que abarca los tres poderes del Estado. Legisladores Banelco y jueces Oyarbide abundan y se reproducen.

Para terminar con este veneno que destruye al país, se ha avanzado en los últimos tiempos  con distintos métodos para tratar de evitarlos: La ratificación de la Convención Interamericana contra la Corrupción y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, la creación de la Oficina Anticorrupción (OA) y la sanción de leyes como la Ley de acceso a la información pública, la Ley de Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas, la Ley de ética Pública. Complementado con sistemas informatizados sin papel, publicidad de contrataciones y concesiones. El Consejo de la Magistratura para que los jueces no sean títeres de los políticos que los nombran.  Nada funcionó.

Con su fundamentalismo ideológico, el Presidente Javier Milei, inició un sistema que yo llamo “muerto el perro se acabó la rabia”. Al perro no hay que tratarlo, hay que matarlo, porque no hay alternativa. La lógica es esta: La obra pública es corrupción, gasto improductivo y perjudicial. Se elimina. Los subsidios son corrupción, gasto improductivo y perjudicial. Se eliminan.

Obviamente esto no es sencillo porque hay obras que son necesarias y subsidios que en el contexto económico y social también. Pero deben financiarse por privados.

En este sistema se están disolviendo los opacos fondos fiduciarios públicos. El Ministerio de Economía definió, a través del Decreto 234/2025, el cierre definitivo del Fondo Fiduciario para el Transporte Eléctrico Federal (FFTEF), que registraba un pésimo uso de los recursos de la sociedad, falta de controles y resultados. Este fondo había sido creado en 1999 con el objetivo de financiar obras de ampliación del Sistema de Transporte de Energía Eléctrica de alta tensión para abastecer la demanda o interconectar regiones eléctricas. Transporte monopolizado por Transener de Marcelo Midlin. Empresa que no cumplió con las inversiones comprometidas, admitiendo que solo realizó el 38 % denlo que estaba obligada. Echándole la culpa a Dios y María Santísima. Cuando lo objetivo es que no los hizo y que debería ser castigada. Pero, en la Argentina del vale todo que se resiste a desaparecer, si tenés billetera, nada pasó. Esto es ser “experto en mercados regulados”.

Por el contrario, con una mala estrategia de marketing y de difusión propagandística, para engañar a la tribuna, se anuncia un “ambicioso” Plan Marshall ( así habla el periodismo ensobrado), que es un Plan Federal de Ampliación del Sistema de Transporte Eléctrico en Alta Tensión. Según la publicidad es  “una iniciativa clave para mejorar la infraestructura energética del país, reducir los cuellos de botella y garantizar el abastecimiento eléctrico en todo el territorio”.

En realidad, el Plan, (que vaya a saber cuál es el extraño fundamento de compararlo con el Plan Marshall)  es para tapar lo que no hizo Transener, porque si se hace la cuenta, la suma que se calcula de inversión que son 6.000 millones de dólares, es lo que debería haber invertido Transener hace años y no hizo. Un premio para esta empresa de Pampa Energía, protegida con fondos del ANSES para que no la toquen, y exitosa responsable del apagón que dejó sin electricidad 48 millones argentinos y parte de paraguayos en 2019. En enero de 2025 dejó sin luz a todo Rosario. En mayo de 2025 Transba, de Transeber, dejó sin electricidad a toda Olavarría. Pero nadie toca al Zar de la Energía, dueño también de EDENOR en sociedad con el que robó para la Corona.

Lo ventajoso, hasta ahora y si se cumple, (después del golpe de la justicia norteamericana a YPF, que encarece costos de financiamiento), que se va a realizar con fondos privados. No devolviendo la nuestra que se quedaron, (Pampa Energía es de las que más recibieron de los 100 mil millones de dólares que fueron para subsidios de electricidad como generadora) sino con financiamiento externo, pero con garantía, como ayer, como siempre, del Estado Nacional. Si sale bien gana la empresa, si sale mal, paga el Estado, es decir, nosotros.

¡País generoso!

Por Walter Hego para El Informante – Energía, Oil & Gas y Minería

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